No hay que hacer mucho trabajo de investigación para vaticinar que la pandemia viene de la mano de pobreza para mucha gente. Pero, ¿para cuánta?
El Banco Mundial nos advierte que “por primera vez desde 1998, las tasas de pobreza aumentarán a medida que la economía mundial entra en recesión. La crisis revertirá casi todos los avances logrados en los últimos cinco años y entre 40 millones y 60 millones de personas caerán en la pobreza extrema, en comparación con los datos de 2019”.
60 millones de personas están en riesgo de caer en la pobreza extrema.
¿Sabes qué significa pobreza extrema?
La ONU lo define como el peor de los estados de la pobreza. Y Acción contra el Hambre define pobreza extrema o absoluta como “aquella situación en la que una persona no tiene cubiertas las necesidades básicas para poder vivir. Tiene carencias de bienes y servicios básicos, especialmente de alimentos, vivienda y acceso a agua potable o los servicios básicos de higiene y salud.”
Para medir la pobreza extrema se ha fijado como umbral de recursos 1,90 euros al día.
Recapitulamos: 60 millones de personas en el mundo están en peligro de vivir con menos de 1,90 euros al día como consecuencia directa de la pandemia.
Pero espera, a esto hay que sumar a los más de 700 millones de personas que ya antes de la pandemia vivían en situación de extrema pobreza. 760 millones de personas.
Y esto no es todo. En 2019, antes de que la Covid-19 llegara, 1.300 millones de personas, de los cuales, ¡ojo! 663 millones son niños y niñas, estaban ya afectadas por la pobreza.
Es decir, no solo computamos aquellos afectados por la pobreza extrema, sino también a los que viven su día a día sumidos en la pobreza relativa, esto es “personas que se encuentran en desventaja respecto a otras personas del mismo entorno con relación al ámbito económico y social”.
En España la pobreza es un problema y se ha acrecentado mucho en los últimos dos años. Durante la pandemia las colas para recibir alimentos básicos en iglesias o instituciones se han disparado en nuestro país.
Los efectos de la Covid-19 nos han dejado muchas personas de clase media que han perdido casi todo, sus trabajos y sus ahorros.
En España, tan sólo el primer año de pandemia la tasa de personas que padecen carencia material severa ha aumentado un 2,3%, es decir, 1.000.000 de personas más que antes de la pandemia no pueden irse de vacaciones al menos una semana al año, hacer una comida de carne o pescado cada dos días, no pueden permitirse mantener la vivienda con una temperatura adecuada, no tiene capacidad para afrontar gastos imprevistos, han tenido retrasos en el pago de gastos relacionados con la vivienda principal, no pueden permitirse disponer de un automóvil, de un teléfono, de un televisor o de una lavadora.
Encabezan la lista de países con mayores tasas de carencias materiales severas Bulgaria (19% de su población), Grecia (16%), Rumanía (15%) y España (7%). Al contrario, los países que menos tasa de carencias materiales severas tienen son Luxemburgo (1%), Holanda (2%), Dinamarca y República Checa (2,4%), Finlandia y Polonia (2,6%).
Resumiendo, estamos viviendo un momento histórico, en el que, por primera vez, desde 1990, el mundo está empeorando sus niveles de pobreza, algo no muy halagüeño si tenemos en cuenta que la meta 1 del primer Objetivo de Desarrollo Sostenible es conseguir que en 2030 esté erradicada la pobreza extrema para todas las personas en el mundo.
Pero aún hay esperanza. Según el economista Jeffrey Sachs poner fin a la pobreza extrema antes de 2030, tiene un coste que podemos asumir. Concretamente, 175.000 millones de dólares al año. Este dato supone menos del 1% de los ingresos conjuntos de los países más ricos del mundo.
El problema es que tras la pandemia, incluso los países más ricos están en situaciones complicadas, económicamente hablando, todos han sufrido pérdidas y retrocesos, por lo que esto supone un claro obstáculo para la consecución de los ODS.
A la vista de esta situación, Naciones Unidas ha creado un Marco para dar una respuesta socioeconómica inmediata, que proviene de su Fondo de Respuesta a la Covid-19 y Recuperación. Está claro que no podemos trabajar de forma aisalda. Una respuesta eficaz pasa por una actuación conjunta de todas las personas, instituciones, organismos, y organizaciones. Debemos garantizar políticas que verdaderamente mejoren la situación de personas reales. Sólo en el marco de estas políticas garantistas y con la actuación de todos los sectores, podremos avanzar hacia la erradicación de la pobreza extrema.